viernes, 8 de octubre de 2010

Historia del bicentenario*

Había una vez, un país donde sus habitantes debían obedecer las órdenes del virrey español Baltazar Hidalgo Cisneros.

Ese país es nuestra República Argentina, que a partir del año 1750 tuvo grandes transformaciones políticas y económicas. Los pueblos comenzaron a reclamar sus derechos de libertad e igualdad.

En Buenos Aires, hacia el año 1780 tenía aspecto aldeano aunque se había convertido en capital del nuevo virreinato. Sus calles eran de tierra y sin edificios importantes.

A las mujeres era habitual verlas pasar hacia el Río de la Plata con grandes atados de ropa sobre la cabeza.

El 22 de mayo de 1.810, la reunión de vecinos discutió quién debía asumir el mando. Se decidió formar una junta, ya que el pueblo entero decidió que no era legal que Cisneros siguiera siendo virrey.

Entonces, cada vecino tuvo que votar en voz alta. Los votos fueron anotados en las actas del cabildo de Buenos Aires. Entre los asistentes había empleados, comerciantes, estancieros y militares; también hubo 25 sacerdotes. Así se votó para que el Cabildo de Buenos Aires nombrara una junta de gobierno.

El día jueves 24 de mayo, el cabildo de Buenos Aires anunció cómo estaría formada la junta . Al principio, seguiría presidida por el ex virrey Cisneros. Sus vocales serían: dos criollos, Cornelio Saavedra y Juan José Castelli y dos españoles, el sacerdote Juan Solá y el comerciante José Incháurregui.

Los chisperos se indignaron, se sintieron burlados. Finalmente, los funcionarios del cabildo debieron aceptar la nueva junta exigida en un petitorio de los manifestantes. Quedó representada por los militares Cornelio Saavedra (presidente) y Miguel de Azcuénaga; los carlotistas Manuel Belgrano y Juan José Castelli; los comerciantes Domingo Matheu y Juan Larreo; el sacerdote Manuel Alberti y Juan José Paso y Mariano Moreno, conocidos abogados.

Así logramos ser libres y la junta se llamó Junta Provisoria Gubernativa de las Provincias Unidas del Río de la Plata por el Sr. Don Fernando VII.

Hoy, Buenos Aires tiene negocios de todo tipo, pero en 1810 había muy pocos. Sobre todo, tiendas de telas o almacenes que vendían yerba, azúcar y harina.

Para ofrecer otras cosas, estaban los vendedores ambulantes. El lechero vendía la leche a diario, ya que en esa época no había heladeras ni tampoco luz. El carnicero pasaba por las calles con su carro. Lo mismo que los pasteleros, aceituneros y vendedoras de empanadas de carne.

Los fruteros que pasaban en carros o a caballo vendían frutas de la zona como duraznos, naranjas y limones.

Así fue nuestra historia del 25 de Mayo de 1810, muy diferente a la actual. Sobre todo, por la falta de seguridad, por la pérdida de los valores como el respeto y la obediencia.

Por eso, este año festejamos el bicentenario de la patria pidiendo, principalmente, por los valores perdidos. Sólo rescatando eso, podremos tener una Argentina rica, porque por sobre todas las cosas están las personas que conformamos a este país.


Maytena Lujan Cancino- 2º "B"

*Cuento presentado en la mesa de Selección de Trabajos para el Café Literario Distrital

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